martes, 7 de diciembre de 2010

LA PATA DE GALLINA

LA PATA DE GALLINA

    En un pueblito del departamento de Ancash, llamado Chiquián, donde los cielos eran límpidos y las aguas de los puquios aún se  notaban cristalinas, vivía don Benigno, un viejo muy conocido en el lugar, por su fama de mujeriego. Todo un dandi paseaba por la plazuela seduciendo a cuanta mujer se le cruzaba por el camino. Los chiquianos del lugar decían - ¡A qué don Benigno a su edad y aún no pierde la picardía! . Hasta las beatas que salían de la capilla no se salvaban de los silbidos de este don Benigno y sonrojadas pasaban cubriéndose el rostro con el hábito. A él no le importaba que le dijeran frases como  “ Viejo rabo verde” , “Choligalán de antaño” y en fin, todo le daba igual.


        Tenía él a su esposa, una viejita llamada doña Claudina, quien preparaba su sopa de cabeza de carnero para esperar a su esposo quien venía de trabajar “muy cansado de la chacra ”. Así  llegaba don Benigno todos los días a las siete de la noche, la señal era “ El negro” un perrito al que criaba y salía a recibirlo siempre.



Un domingo como cualquiera, don Benigno alistó su poncho a las seis de la tarde, se colocó el sombrero y montó  su burro para dirigirse al pueblo y cuando llegó se encontró con unos amigos, quienes le convencieron para tomarse unos tragos como ron, cañazo, todo estaba permitido, ya que era fin de semana.


       En la cantina los chiquianos cantaban, lloraban, contaban sus aventuras y don Benigno  alzaba el pecho y decía – Ninguna chiquianita se ha escapado de este papi. Uno de ellos le dijo –Endio zonzo. Entonces don Benigno se molestó, empujó la banca para un lado y comenzó a birlar una honda que llevaba en el bolsillo. La situación se complicó y atinaron a esfumarse del lugar uno a uno  los libadores. -¡Meidosos! ¡Meidosos!  gritaba el viejo. Entonces salió de la cantina y rematadamente ebrio comenzó a caminar eran, las doce de la noche . Bajaba poco a poco cayéndose una y otra vez , ya no veía un camino , sino dos, cruzó el puquio saltando,  se detuvo y vio a una mujer hermosa sentada en una piedra, ella lo llamaba, tenía el cabello largo, negro asabache , los  labios rojos como la púrpura , el vestido ceñido  que  seducían poco a poco al viejo, y él, que no dejaba pasar ninguna oportunidad, sonreía y se acercaba, cuando de pronto la mujer se levantó y ¡Horror! Tenía una pata  de gallina. Benigno cayó, la mujer lo llamaba Benigno, Benigno ¡oh! ¡No! ¡No! El viejo se levantó y salió raudamente del lugar.

      Hasta que ya estando muy cerca a su casa dio un silbido y “ El negro” y sus demás perros comenzaron  a ladrar ¡guauau! ¡guauau!, Benigno cayó  al suelo, entonces la mujer mirando de un lado a otro alzó una pata y le arañó el rostro y le dijo –Si no hubiera sido  por tus perros,  te hubiera llevado cuerpo y alma. Asustado llegó a su casa  con la boca de espuma, Claudina lo atendió diciendo -¡Viejo, viejo ¡Qué ha pasado! . Pasmado  no supo decir nada y desde ese día la huella de la pata de gallina quedó marcada en su rostro.

AUTORA: YRAIDA ROSALES IBARRA - AULA 6A

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