Ruth era una niña de 12 años de edad,
muy buena y aplicada. Era hermana
menor de Julia, una gran monja del
convento “Nuestra Señora de la
Caridad” que a la vez era su maestra.
Pero no aprendía las lecciones….a
veces se las leía tres a cuatro veces
y parecía que las sabía, luego iba
donde su hermana Julia y se quedaba muda, no se acordaba de nada.
¿Qué debo hacer? , ¿Seguir estudiando? , ¿Para qué? , si no aprovecho nada…
se decía así misma.
¡Qué afligida andaba Ruth!: No jugaba, no reía y casi no dormía pensando en sus lecciones, en que ella no podía aprenderlas. Y al día siguiente, vuelta a estudiar y ser castigada por no saber nada. En fin Ruth resolvió no seguir estudiando y decide escaparse de la escuela. Salió a la calle desesperada y le parecía que todas la miraban y la seguían, no estaba tranquila, el corazón golpeaba su pecho. Siguió caminando sin rumbo y al encontrarse fuera de la ciudad se sentó al lado de un pozo, para descansar, pensar y llorar.
Pasó así un largo rato, cuando de pronto
escuchó pasos detrás de ella: era una
buena mujer de edad avanzada que
venía a sacar agua del pozo. Pensó
echar a correr, pero la abuelita le habló
con cariño, dándole seguridad,
confianza, y entabló con ella este diálogo:
- ¿Qué hace aquí la estudiante?
- ¿Oh! No se…yo… ¡nada!
- ¿Será hoy día de asueto?
- ¡Oh no!, pero es que yo…
- Te veo con cara de buena niña, no puedo creer que tú seas desaplicada.
Ruth se echó a llorar desconsoladamente y la abuelita siguió hablándole:
- Seguramente te han castigado, no es cierto?
- ¡Oh sí!, ¡no!... es decir, sí….no
- ¡Seguramente te has desalentado y no quieres seguir estudiando! Dime, ¿Quién es tu maestra?
- Julia.
- ¿La directora del convento? ¿Eres tú su hermana Ruth?
- Sí.
- ¡Dios bendito! ¿Y ha de haber tanta diferencia entre dos hermanas? Ven aquí Ruth, acércate más al borde de este pozo… así, mira esta piedra: ¿Ves ese hoyo profundo qué tiene en el medio? ¡Creerás que lo hizo un labrador? ¡No!, lo hizo el agua, que es tan mansa y blanda ha podido cavar la dura piedra. Y la constancia, la buena voluntad… ¿No podrán ablandar tu inteligencia juvenil? ¿Qué dices Ruth?
La niña secó sus lágrimas, se quedó
un momento pensativa y mirando a la
abuelita dijo con seguridad:
- ¡Sí yo podré!
Y sin decir más, Ruth regresó a la
escuela, se puso a estudiar con
entusiasmo… ¡Oh! maravilla al cabo
de pocas semanas de esfuerzo, se
obtuvo ya resultados, se aprendía las lecciones con facilidad. Siguió estudiando y en poco tiempo aprendió el idioma inglés. Años más tarde, cuando su hermana se enfermó ella asumió la dirección del convento, fue la mejor de su época.
AUTORA: PROFESORA RUTH PAREDES FLORES - AULA INTEGRADA 10