martes, 7 de diciembre de 2010

EL DIA ACIAGO DE SANTIAGO

 Presuroso al medio día llega Santiago a las instalaciones de Intralot, pues llevaba el boleto ganador de “Gana Diario, era la “bicoca” suma de 150 mil soles. Tomó el ascensor y mientras veía los números de los pisos, iba soñando cómo iba a gastar ese dinero junto a su esposa igual que él jubilado. ¡Twig! Se abre la puerta del ascensor, muestra su boleto tinkero a la atenta señorita, y esta al comprobar los números y la fecha le expresa que esa tinka ha sido recién adquirida hoy.
            Santiago siente desvanecerse, su pulso está acelerado, a sus 65 años temía lo peor, “No, no puede ser, un infarto antes de cobrar mi tinka” se dijo, y en un segundo pasó por su mente todo lo que hoy había realizado. Recordó que como todas las mañanas iba a la panadería a comprar su pan para el desayuno. En qué momento perdí ese ticket –pensó.  Regresó a su casa, puso de vuelta y media  sus cosas, buscó y rebuscó entre su ropa, pero  el bendito ticket de su sueños no aparecía.
            Susana para calmar el desasosiego de su esposo le da agüita de azahar para que se tranquilice. El  recordó la melódica voz  de la vendedora deseándole suerte, mientras bebía sorbo a sorbo el agüita “milagrosa” al instante ya más tranquilo se dirigió a la panadería. Ahí estaba la buenamoza que le dio la suerte como solía hacerlo siempre todas las mañanas, más aún hoy, que ambos con suma alegría comprobaron que se había sacado el premio mayor. ¿Y, Santiago, viene a darme mi propina? –le preguntó.  El un tanto avergonzado, agitado y ansioso le comenta que perdió el ticket. Gloria  veía que se esfumaba lo que le prometió su cliente “tinkero”. Lamentándose ambos de la ingrata situación, y siendo ya  la hora del cierre, Gloria empieza a recoger sus letreros, a sacar la cuenta de lo vendido, mientras Santiago  con una mirada al vacío, ve como Gloria va recogiendo sus pertenencias, en eso ve caer del tacho de basura un centenar de boletos no afortunados, en eso vino a su mente que él cada vez que compraba una tinka, eliminaba la anterior y la nueva la guardaba en la billetera. Fue así que gritó emocionado: “¡Gloria, no arrojes esos tickets, ahí está el mío!” ambos arrodillados empiezan la búsqueda y encuentran el maltrecho boleto. Los corazones de ambos latían a mil por hora, los sueños de Santiago se reavivaron, ya se veía en el crucero de su vida en El Caribe. Y  Gloria por su parte, ya sentía la fragancia de ese perfume de Dior que todas las mañanas veía en la vitrina de las tiendas del Centro Comercial de San Miguel.
            Prendió la máquina para verificar si los códigos de barras seguían vigentes, pero la luz láser no lo leía, lo intentaron nuevamente, nada de nada. Tuvieron que aceptar que el código se había alterado.  Adiós viaje, adiós Crhistian Dior…

AUTORA: PROFESORA MILAGROS DARRIGO MORON - AULOA 6A

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