martes, 7 de diciembre de 2010

MI VIDA

Sentada a la orilla de su vida espera con ansiedad la llegada la llegada de su amante, prende las velas como de costumbre y coloca ese viejo disco que le trae recuerdos de su infancia, cuando aún era inocente o pretendía serlo. Cada minuto del reloj son como una hora en su vida aunque siempre esta encontrando algo que hacer para que la espera no sea tan larga. Antes, cuando estaba de moda fumaba cigarrillos de esos mentolados, pensaba que ere sexi hacerlo,  luego empezó a practicar bailes románticos, modernos algunas veces salsas, pero terminó escuchando aburridos boleros  muy aparecidos a los  que escucha mi abuela.
Después de la larga espera una siestecita nunca le cae mal a nadie, aunque para ella representaba el motor de su vida como poder saber con que amante de su juventud la visitaría en su perturbada mente, la cosa es que cada vez que despertaba contaba grandes historias de amor que concretaban el círculo de su larga espera. Aunque algo confundida entre la realidad y la ilusión guardaba con gran alegría sus velas, discos y flores para su próximo encuentro amoroso. El hombre más frecuente es un tal Alberto y creo que fue su primer amante, al menos eso es lo que parece por lo que la doña me cuenta tiene una foto de él guardada celosamente entre sus cachivaches, parece que era un marino de aquellos guapos que arriban una vez al mes en busca de alguna aventura.
En fin que más podía encontrar en ella, quién fue en su mejor época la cortesana más solicitada de Lima y Callao. La doña no se enredaba con cualquiera debía ser un hombre rico, en muchas ocasiones  políticos o militares de altos mandos, la decisiones más importantes del país pasaban muchas veces por su cama, en realidad tenía gran influencia  entre los hombres que la visitaban y aunque nunca se casó no fue por falta de un buen marido eso le sobraba, fue por que nunca quiso ser decente. Lo que si tuvo fue una hija criada en los mejores colegios de Lima lejos de esa vida indecente, a quien casó con un buen hombre asegurándole un futuro feliz, no se sabe cuando se volvió una señora decente, pero lo que si se es que su función de madre la cumplió muy bien ya que hoy es la viejita querida y tierna de la casa, aquella abuelita que da ganas de besar antes de ir a dormir yo tan solo soy la muchacha encargada de atenderla, de ver que nada le falte quién escucha sus delirios cuando creo que aún es joven.
AUTORA: PROFESORA NADIA GONZALES ALVAREZ - SALÒN 6 A

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